Alguna vez has sentido ese miedo, como si te fueras a caer
de un precipicio y no pudieras dar un paso atrás? Se te pegan los pies al suelo, pero sabes que
de un momento a otro caerás, aunque nunca ocurre.
Ese miedo, es el que siente una persona con ansiedad. Somos
un torbellino de emociones imparable. Siempre estamos en alerta y pendientes de
lo que nos pueda estar ocurriendo y aún peor, de lo que nos pueda llegar a
ocurrir.
Siempre me he sentido la extraña, la rara… desde que empecé
a sentir que todo mi mundo temblaba cuando mi corazón si aceleraba y mi mente inventaba
un millón de cosas que nunca se me habían pasado por la cabeza. En ese momento
crees que te estas volviendo loca, crees que todo se ha torcido y entonces tu
mente se acelera aún más y va más allá. En ese momento piensas que no lo puedes
parar, que te va a ocurrir de todo, y una vez pasa, estás en alerta por si te
vuelve a pasar. A todo esto, se llama ansiedad por tener ansiedad. Es un pez
que se muerde la cola, pero realmente te digo que somos muchas personas las que
la sufrimos. Y, aunque parezca mentira, muchas personas la sufrirán.
Mi tipo de ansiedad es más específico si cabe todavía. Mi
ansiedad la llaman “ansiedad generalizada”. Que manía de etiquetarlo todo.
Porque todo tiene que llevar un nombre? Me siento a veces como si llevara una
etiqueta pegada en la frente.
Mi tipo de ansiedad es más que común. La sufrimos personas
extremadamente emocionales, que todo lo llevamos a nuestro terreno y somos muy
sensitivos. Para nosotros, cualquier cosa es un mundo y nos cuesta separar.
Somos personas que quieren tenerlo todo bajo control, no nos gusta que las
cosas malas vengan sin avisar. Creemos que todo nos puede pasar a nosotros y
nos vamos más allá. Nos cuesta centrarnos en un presente porque vivimos más en
el futuro, lo que pueda pasar. Pero, lo podría sufrir cualquier persona.
Somos personas. Personas capaces de cualquier cosa, de
luchar por nuestros sueños, de trabajar. Somos capaces de formar una familia, y
de amar igual que cualquier otro. Nos encasillan como si tuviéramos una
enfermedad horrible. Nos miran como si estuviéramos locos, pero hay que
entender que esa palabra, “loco”, no se debería de emplear de esta manera.
Y os preguntareis, ¿y porque escribes sobre esto ahora?
Simplemente, porque es por lo que lucho cada día. Quiero que
la gente que tiene algún trastorno de salud mental pueda explicárselo a la
gente que quiere, a los amigos, a quien le dé la gana sin necesidad de que le
den la espalda. No quiero que tengan miedo del que dirán. Cada uno sabe de lo
suyo, y todos tenemos algo que nos da más o menos vergüenza, pero no se tiene
que convertir en nuestro mundo. No somos nuestra ansiedad. No somos enfermos.
Somos personas con nombre y apellido y también tenemos familia.
Hablemos de una vez por todas de salud mental con libertad y
respeto.
#noalestigma
*Nuna.
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