jueves, 29 de octubre de 2015

Se acabó!

Alguna vez has sentido ese miedo, como si te fueras a caer de un precipicio y no pudieras dar un paso atrás?  Se te pegan los pies al suelo, pero sabes que de un momento a otro caerás, aunque nunca ocurre.
Ese miedo, es el que siente una persona con ansiedad. Somos un torbellino de emociones imparable. Siempre estamos en alerta y pendientes de lo que nos pueda estar ocurriendo y aún peor, de lo que nos pueda llegar a ocurrir.
Siempre me he sentido la extraña, la rara… desde que empecé a sentir que todo mi mundo temblaba cuando mi corazón si aceleraba y mi mente inventaba un millón de cosas que nunca se me habían pasado por la cabeza. En ese momento crees que te estas volviendo loca, crees que todo se ha torcido y entonces tu mente se acelera aún más y va más allá. En ese momento piensas que no lo puedes parar, que te va a ocurrir de todo, y una vez pasa, estás en alerta por si te vuelve a pasar. A todo esto, se llama ansiedad por tener ansiedad. Es un pez que se muerde la cola, pero realmente te digo que somos muchas personas las que la sufrimos. Y, aunque parezca mentira, muchas personas la sufrirán.
Mi tipo de ansiedad es más específico si cabe todavía. Mi ansiedad la llaman “ansiedad generalizada”. Que manía de etiquetarlo todo. Porque todo tiene que llevar un nombre? Me siento a veces como si llevara una etiqueta pegada en la frente.
Mi tipo de ansiedad es más que común. La sufrimos personas extremadamente emocionales, que todo lo llevamos a nuestro terreno y somos muy sensitivos. Para nosotros, cualquier cosa es un mundo y nos cuesta separar. Somos personas que quieren tenerlo todo bajo control, no nos gusta que las cosas malas vengan sin avisar. Creemos que todo nos puede pasar a nosotros y nos vamos más allá. Nos cuesta centrarnos en un presente porque vivimos más en el futuro, lo que pueda pasar. Pero, lo podría sufrir cualquier persona.
Somos personas. Personas capaces de cualquier cosa, de luchar por nuestros sueños, de trabajar. Somos capaces de formar una familia, y de amar igual que cualquier otro. Nos encasillan como si tuviéramos una enfermedad horrible. Nos miran como si estuviéramos locos, pero hay que entender que esa palabra, “loco”, no se debería de emplear de esta manera.
Y os preguntareis, ¿y porque escribes sobre esto ahora?
Simplemente, porque es por lo que lucho cada día. Quiero que la gente que tiene algún trastorno de salud mental pueda explicárselo a la gente que quiere, a los amigos, a quien le dé la gana sin necesidad de que le den la espalda. No quiero que tengan miedo del que dirán. Cada uno sabe de lo suyo, y todos tenemos algo que nos da más o menos vergüenza, pero no se tiene que convertir en nuestro mundo. No somos nuestra ansiedad. No somos enfermos. Somos personas con nombre y apellido y también tenemos familia.
Hablemos de una vez por todas de salud mental con libertad y respeto.

#noalestigma






*Nuna.

martes, 13 de octubre de 2015

Ese día...

Una vez más esa sensación de vértigo. Volver a coger aire tantas veces como me pide el cuerpo. Vuelve el temblor por culpa de esas cosquillas que no sé si me hacen daño o solo se pasean por mi estómago.  Cojo aire…. Miro por la ventana y vuelvo a revisar la hora… Aun me queda para dar el paso más importante de mi vida. No me creo que haya llegado el día…
Miro a Carlota. Me mira con ilusión. El reflejo de su cariño se desborda por sus ojos y me encanta. Me da la mano y me recuerda que todo va a salir bien, que no tengo que estar así, pero sé que ella está más nerviosa que yo. La emoción que sentimos en ese momento es perfecta. Nos tomamos un té en esa habitación apartada del mundo, pero cerca del cielo de Barcelona. Compartimos inquietudes, ideas, emociones… Simplemente me relajé y dejé que pasaran las horas.
Por la noche, al volver a entrar vuelvo a tener la sensación de vértigo, pero esta vez acompañada de una ilusión que me invadía el corazón y la cabeza. Miro por la ventada de nuevo y veo la noche caer junto con las luces de una Barcelona activa, pasional. Mejor voy  a intentar descansar, aunque sé que mi cabeza me traicionará e irá más rápida que yo y que no me dejará descansar. Efectivamente no puedo dormir, no me creo que en unas horas las cosas vayan a cambiar. Que todo aquello que he soñado se vaya a convertir en realidad.
Me levanto por la mañana. No sé si reír, llorar o gritar. Todo empieza a cobrar formar. Miro mi vestido colgado y voy hacia él. Lo adoro. Le pido que se porte bien y que no se rompa. Le pido perdón por si lo ensucio mucho pero lo voy a disfrutar a tope.
Después de la ducha me relajo escuchando música con Carlota, que ya se ha empezado a preparar. Intento relajarme lo máximo pero no hago más que mirar el reloj y contar las horas. Necesito que llegue el momento.
Eric y Yerai me traen la comida por sorpresa. Ya me conocen, y saben que no iba a comer nada por culpa de los nervios y menos si tengo que salir. Son increíbles y los adoro.
Llaman a la puerta. Me encuentro con un precioso ramo y una preciosa tarjeta. Me pongo a llorar, la emoción ya me está empezando a salir.
Empieza el jaleo. Empieza a llegar todo el mundo y aun no me creo nada. Veo a la gente que me quiere a mi lado, sonriendo y cogiéndome la mano. Solo con saber que están a mi lado no necesito nada más.
Mis niñas, mis amigas y mi familia al mismo tiempo. Están todo el rato a mi lado ayudándome en todo. En el vaivén de fotos me miran y me tranquilizan. Saben cómo soy, pero lo disfrutan conmigo.
Ya está todo listo. Salgo de camino a encontrarme contigo. Que ganas tengo de verte. No sabes todo lo que llegas a significar para mí.
Empiezo a andar hacia ti e intento mirarte a los ojos pero no puedo. La emoción es enorme y no puedo parar de sonreír. Al fin llego a ti. Por fin llega nuestro momento.
No puedo describirte todo lo que sentí en ese momento, porque fueron un revuelto de emociones. Lo que si puedo decirte es que sentí que no me equivocaba. Sentí que este era mi camino y lo tenía que recorrer junto a ti. Es un camino duro, no nos será fácil te lo aseguro, pero en esta vida las cosas buenas son las más complicadas. No quiero prometerte que todo irá genial porque sabes que no es así, pero si puedo prometerte que te querré hasta el final de mis días, estés o no estés a mi lado. Has sido y serás lo mejor de mi vida. Amarte sin condiciones. Seremos para siempre NOSOTROS.

No puedo decirte nada que no sepas ya, pero te lo quiero seguir recordando el resto de nuestras vidas.


*Nuna.