Reconvertirse,
limpiar el alma… parece todo muy místico pero realmente parece que es lo que se
necesita de tanto en cuando no?
Después de tantos
cambios en todos los aspectos de mi vida, de dar prioridad a muchas cosas y
poca a otras cuantas, te paras a pensar y coges esa balanza olvidada en un
armario, de cuya abuela no quiero acordarme, y empiezas a poner todo lo que te
ha ido pasando, a ver si así y de una vez por todas, recompones las 4 piezas
que te quedan por poner en el fantástico puzzle de tu vida. Pero como siempre
pasa, sobre todo cuando va a pasando el tiempo y tenías más que olvidado ese
puzzle, parece que faltan piezas… no pasa nada! Don’t cry my firend! Llegarán
piezas nuevas, de donde menos te lo esperes, y así es. Y de esas piezas nuevas
saldrán otras y así continuamente, hasta que ves que muchas de las piezas
viejas ya han desaparecido y han sido sustituidas. Nuevamente empieza el ciclo,
y tú, mi querida amigui, te haces mayor. El tiempo pasa, y tu cuerpo lo sabe. Y
es por ello, que por tu cabeza pasan más y más cosas. En mi caso, no paran de
pasar chupetes, cunas, pañales…. Madre mía que mareo!
Ha llegado la
época (supongo que será por la edad) en la que TODO tu entorno de amigos y
familiares, cual aves rapaces, no paran de atacarte con perlas del tipo: “para
cuando el bebé?”, “no has pensado en tener un bebé?” “ya tienes una edad para
ir pensando en el bebé. No querrás ser de esas madres mayores verdad?”. Y tú,
respiras y respiras y respiras hasta que la sangre vuelve a entrar en tus
venas. Pero bueno, en el fondo sabes que quieres, que lo deseas pero no es el
momento, o no te ves capaz. Siempre me ponía escusas varias pero en el fondo
siempre estaba ahí… acechándome! La idea de ser mamá me daba pánico y alegría a
partes iguales. Incluso soñaba con ello y cuando me despertaba me tocaba la
barriga para ver si era real.
Después de algún
tiempo re planteándome muchas cosas de mi vida, por fin decidimos, tanto mi
marido como yo empezar la búsqueda. Y después de 6 meses… Estoy embarazada!
Un montón de
sentimientos se agolparon en mi cabeza cuando me enteré. No sabía si reír,
llorar, gritar… esa noche, no dormí nada y claro, a consecuencia de ello, estuve
varios días insoportable (NO! No eran las hormonas. O eso quiero pensar jaja).
Finalmente, me calmé, y dejé que todo fluyera. Era lo que quería, lo que
deseaba, pero hasta que no vi que todo era tal y como tenía que ser (la primera
eco, los primeros análisis, los primeros latidos de su corazón…) no me
tranquilicé y empecé a disfrutar de todo.
Ahora, estando de
23 semanas, lo estoy disfrutando. Estoy viviendo cosas increíbles, pero no dejo
de tener ese miedo que nos acecha a todas las mamas primerizas.
Seguimos!