Pasaba el tiempo y su mirada no cambiaba de dirección. Miraba fijamente el escaparate de la tienda. Finalmente no pude resistirme y le pregunté que es lo que estaba buscando o esperando de esa tienda.
Ella bajó la cabeza y me dijo que hacía como 2 semanas había ido a empeñar sus joyas de boda, así como las joyas de su madre y de su abuela. Era una de las pocas tiendas de la ciudad que sabrían apreciar lo que realmente valían y por eso las había llevado allí. Le dieron una cantidad bastante grande de dinero ya que ella estuvo mucho rato intentando que entendieran el gran valor de esas joyas, y por fin lo consiguió. Al cabo de una semana, el fin para el que había vendido esas joyas se había esfumado, según ella, y ya no sabía que hacer con ese dinero, así que se pasa cada día por la tienda para ver si han puesto a al venta las joyas para volverlas a comprar y recuperar una parte de su vida, ya que por lo que parece y no me quiso contar, perdió alguien muy cercano.
Me miró fijamente después de haberme contado la historia y me preguntó porque quería saberlo. Solamente se me ocurrió decirle que a veces, mi vena cotilla se me va de las manos, cosa que la hizo reír. La acompañe dentro para animarla a preguntar por esas joyas pero no nos dieron ningún tipo de información al respecto. Salimos de la tienda y la acompañe a su casa. Una vez en la puerta me dio las gracias y se fue.
Desde ese día cada vez que paso por la tienda miro a ver si la vuelvo a ver por allí, buscando sus joyas, pero nunca más la volví a ver.
Tiempo después no pude resistirme a entrar a la tienda para volver a preguntar por esa señora y sus joyas. Una mujer me dijo que esa señora ya la conocían de mucho tiempo. Hacía muchos años, trabajó en esa joyería. Hacía unos meses a su hija le habían detectado un cáncer y que no tenían dinero para pagar el tratamiento, por lo que empeñó todo lo que tenía ya que solo con su pensión no le llegaba y estaban las 2 solas en el mundo. Ellos no aceptaron sus joyas ya que había sido una trabajadora muy respetada en la joyería y había pasado muchos años allí, por lo que la misma mujer con la que estaba hablando se comprometió a ayudarla con lo del tratamiento. Cuando su hija murió, ella perdió la poca serenidad mental que le quedaba y día tras día va a la joyería creyendo que volverá a ver sus joyas, pero en realidad sus joyas siguen guardadas en la caja fuerte de la joyería para que no intentara venderlas.
No la volvieron a ver mas por allí. Nunca mas supimos nada de ella, pero lo que sí que vi, es que aun queda gente buena por el mundo, que hace que no perdamos la esperanza.
*Nuna.